El amor es gesto

Parecerá mentira sí; ridículo tal vez, pero el más puro amor se puede apreciar en los gestos.

Sí, en los gestos.

Cuando el silencio abrupto entre dos personas enamoradas es tan frío que separa, la que acorta distancias es la mirada. Cuanto más tiempo se sostiene entre dichos amantes más probabilidades hay de que terminen sucumbiendo a la risa conjunta que al enfado encolerizado.

El mirar de unas pupilas expectantes pero inquietas sobre unos ojos que se presentan como un profundo mar plagado de misterios. El observar su iris hasta casi memorizar el patrón que siguen las motas dispares de colores de esa obra de arte que son sus ojos.

Esa luz que desprenden tan inusual y que carece de foco, esa luz que delata al alma inhibida, que te hace ver que los candados de las puertas de su corazón yacen rotos… Por ti.

Se aprecia en el roce de una mano con la otra, la brutal delicadeza con la que dibujan caricias infectadas de ternura sobre la piel ajena y cálida. El pasar del dorso de la mano sobre la mejilla ruborizada e incandescente de aquel que siente su cuerpo en vibración perpetua. Caricias que más que un contacto son un breve suspiro, como un anhelo, como si las manos fuesen plumas que te tocan casi sin querer. Tan intenso y tan sutil, tan complejo y tan puro… Amor.

Son gestos, el amor es gesto.

Labios que pernoctan en otros labios, húmedos y suaves cuáles pétalos de rosa, mágicos al tacto.

Canciones que no describen una simple situación sino que dejan entrever entre verso y verso el amor de una relación.

Gestos diminutos, casi inapreciables, pero tan puros, tan intensos… Amor.

3 comentarios sobre “El amor es gesto

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